Un ritual de relajación es un mimo para el cuerpo, y por qué no también para el alma, que puede disfrutarse de a dos, con cuidado y sin prisa. Así, un masaje pausado es capaz de inspirar caricias, besos y suspiros; te invita a vivir un instante único y placentero, ese que te aproxima a tu naturaleza, que integra el cuerpo y la mente.